domingo, 22 de febrero de 2009

Clases de francés

Estaba ahí sentada mirándote nerviosamente y apretando mis manos pues sabía que lo que venía no sería agradable... Quizá mi comportamiento no había sido el mejor la última semana pero el detalle de ayer era el que realmente te tenía molesto, podía adivinarlo viéndote ahí sentado atendiendo a tu cliente y yo afuera en la banquita para quienes esperan entrar a verte. Me preguntaba si realmente serías capaz de castigarme, no porque no lo hayas hecho antes, lo que realmente dudaba es que fuera a hacerlo ahí, en tu oficina...

Parecía que la secretaria tenía idea de lo que pasaba pues de reojo me miraba y mantenía una expresión de lástima en su cara... es sus ojos que bailoteaban entre el rincón que ocupé al llegar y la puerta que tardaba tanto en abrirse para que saliera ese hombre y entrara yo...

Me preguntó si quería un vaso con agua y le sonreí forzadamente declinando el ofrecimiento. De pronto la puerta se abrió y tu cliente y tú reían un tanto escandalosos... cerraste un buen negocio, ese apretón de manos con el señór panzón del que te despedías me dejó ideas encontradas... quizá, quizá estarías de buen humor y la fortuna me socorrería haciéndote olvidar que teníamos una charla pendiente, aunque lo más probable era que tu habilidad para las relaciones públicas y tu gracia natural eran parte de la estrategia de ventas que siempre aplicabas con esos señores, dueños de grandes empresas como la tuya y con los cuales siempre actuabas así...

Mi nerviosismo aumentó cuando me miraste de esa manera, entre pícaro y enojado... maquiavélico, diría yo.

Entra, me ordenaste. -Sarita, no me pase llamadas por favor, voy a estar ocupado. Sí, señor. Contestó ella y me sonrió alzando los hombros como asumiendo mi terrible destino, compadeciéndose quizá.

Con paso lento entré y en cuanto cerraste la puerta quise aparentar que no pasaba nada, te besé en la mejilla, sonreí y me trepé en el silloncito de la esquina junto a la mesa redonda.

-¡¡Baja los pies!!, tú y yo tenemos algo pendiente, no creas que lo he olvidado.

Obedecí de inmediato y mi primer teoría se estaba yendo al carajo. Me puse tan seria como pude pues tu actitud, cuando es tan estricta, me provoca ataques de risa y lo que menos quería era agravar mi situación haciéndote pensar que me burlaba de ti.

- ¿Te crees que soy estúpido o qué? Pero esta vez no te saldrás con la tuya, jovencita. No me importa haber pagado esas clases de francés por las que tanto insististe, lo que me molesta es que asistieras sólo a 3 de ellas y no me avisaras...

- Pero es que...

- Silencio!!! no he terminado, después te pediré que hables y vaya que lo harás!... No me importa que te aburriera, sabes que jamás te obligaría a hacer algo que no quisieras. Tú pediste las clases, insististe en que no descuidarías tus otras actividades porque realmente deseabas ir a 'esas' clases... a 'esa' escuela...

Mientras hablabas, tratando de evitar gritar, yo miraba al piso pues sabía que esto era sólo el preámbulo al castigo que me habías anunciado vía telefonica... Y sí, yo había pedido las clases, yo dije que no descuidaría lo demás... pero me aburrí!!!... ¿qué es muy difícil de entender?... sólo alargué el momento, si te lo hubiera dicho de inmediato el discurso habría sido el mismo... el regaño, el tono de tu voz, los ademanes que a ratos me parecían exagerados... y el castigo...

-... casi cuatro meses, señorita, y tú sólo asististe a 3 clases, yo no sé en que concepto me tienes... es mi obligación cubrir tus gastos, lo sé y no es eso lo que me tiene tan irritado... me mentiste, te burlaste de mí todo este tiempo... ¿con qué cara me respondías cuando te preguntaba cómo iba el francés?... toma tus cosas!, nos vamos a la casa pero esto no ha terminado...

uffff!!! al menos no será aquí!. Pensé.


Al terminar de decir eso me señalabas con tu índice y en ese momento me sentí tan pequeña... rompí en llanto y me dispuse a convencerte para que no me castigaras pero lo que más me dolía era que me mirabas de esa forma tan dura, ya no había picardía, ahora el regaño y, por supuesto, el castigo iba en serio.

- Ni las lágrimas te van a salvar, sabes que lo mereces, niña...

Me tomaste del brazo, recogiste tu saco del perchero y salimos de ahí rápidamente...

- No regreso Sarita, cancela mi cita con el Licenciado Palacios...

- Sí, señor. Sarita me miró y se despidió con la mano quizá porque notó el estado en el que me encontraba y no encontró prudente darme un beso como siempre lo hacía.

Al subir al auto yo esperaba que la regañina continuara pero no fue así, los 25 minutos del trayecto hasta la casa me parecieron eternos, tus manos sostenían fuertemente el volante y tu mandíbula estaba apretada... de reojo lo noté porque no me atrevía a mirarte y mucho menos a decir nada.

Llegamos y de la misma forma en que salimos de la oficina entramos a la casa, tan sólo dejé mis cosas iba a empezar a suplicarte que no lo hicieras cuando, sin darme cuenta cómo, ya estaba sobre tus rodillas en el sofá de la sala... indefensa, culpable y a punto de recibir lo que sabidamente merecía...

Hablé, dí explicaciones como pude entre ayes de dolor mientras tu mano, el cinturón o la paleta de madera se estampaba contra mis nalgas. Nada te detuvo, no pude convencerte de que no fue a propósito, que lo que hago no es siempre con la intención de molestarte... que no pido los castigos 'a gritos' como piensa que lo hago...

Odié las clases de francés desde el primer día pero ¿cómo decepcionarte después de haberlas pedido e incluso hecho berrinches para obtenerlas...?...

El castigo era más que merecido, lo sé...

* * *

Ahora, desde este rincón lo único que escucho son mi sollozos y tu respiración agitada. Tengo las nalgas desnudas, rojas seguramente y muy doloridas... Necesito que me llames, saber que después de esto estoy perdonada... que utilices tus manos en mi cuerpo de forma distinta...

- Nena, ven acá... el castigo terminó

Sonrío y acudo a encontrarme contigo, seco las lágrimas que bañan mi rostro, me abrazas, me besas y me preguntas si volverá a suceder...

- ¿Sabes que te amo?

Gimoteo y asiento con la cabeza haciendo pucheritos y tallándome los ojos con una mano mientras con la otra me sobo el trasero que arde como...

- Yo también te amo...




Yo Spankee




1 comentario:

Anónimo dijo...

Preguntas?? no se tu que opinas?? yo de momento lo definiria asi, yo Spankee, yo asiduo lector, gracias por este momento, me parecio maravilloso.

Saludos.